En el marco de la Asamblea Plenaria número 117 los prelados se han dirigido a los habitantes del territorio nacional para extender un llamado por la vida, la búsqueda del bien común y la unidad.
En el documento los Obispos manifiestan que no podemos acostumbrarnos a las variadas formas de violencia que generan un sentimiento creciente de inseguridad en la población, como está sucediendo en el Suroccidente de la nación y en otras regiones, situación que ven con gran preocupación.
Asimismo, detallan que no podemos acostumbrarnos a que el poder de las armas, de la ilegalidad, de la corrupción y del narcotráfico siga cobrando la vida de muchos compatriotas, especialmente adolescentes y jóvenes, y destruya la rica biodiversidad de nuestras tierras y mares.
Además, puntualizan que no podemos acostumbrarnos al debilitamiento de la institución familiar y de la obra educativa, lugares donde se arraigan los valores y virtudes de una sociedad, pues perciben que los niños y jóvenes están expuestos a muchos peligros y corren el riesgo de crecer sin orientación moral y sin esperanza.
Por otra parte, advierten que la polarización política e ideológica impide avanzar al país y lo hunde en la incertidumbre, por lo que resaltan la importancia de estrechar lazos de amistad social y generar una auténtica cultura del encuentro.
Ante estas realidades, animan a superar la lógica del individualismo y la búsqueda de bienes particulares, reafirmando que como Iglesia quieren escuchar a todos y dialogar con franqueza, para fortalecer los vínculos con las realidades e instituciones de la sociedad que se esfuerzan por promover el desarrollo integral, especialmente de los que tienen menos y sufren mayor marginación.
El mensaje concluye recordando la celebración del XIII Congreso Nacional Misionero, evento en el que se destaca a tantos hombres y mujeres que han entregado sus vidas por la causa del Evangelio.
De esta manera los Obispos católicos de Colombia renuevan su compromiso por contribuir al bien del país, siendo testigos de la fe y pregoneros de la gracia del buen Dios.