Se sabe que Jesucristo usaba sandalias, según la costumbre de los judíos en Palestina.
El evangelio de Lucas reproduce las siguientes palabras de san Juan Bautista:
Él tomó la palabra y les dijo a todos: “Yo los bautizo con agua, pero viene uno que es más poderoso que yo, y yo ni siquiera soy digno de desatar la correa de sus sandalias; él los bautizará en el Espíritu Santo y en el fuego”.(Lc 3,16)
Y Marcos recoge las siguientes palabras de Jesús:
Entonces llamó a los Doce y los envió de dos en dos, dándoles poder sobre los espíritus impuros. Y les ordenó que no llevaran para el camino más que un bastón; ni pan, ni alforja, ni dinero; que fueran calzados con sandalias y que no tuvieran dos túnicas. (Mc 6, 7-9)
Pero ¿alguien sabía que las sandalias de Cristo, esta reliquia, existen todavía?
Y, si existen, ¿dónde están?
Muy pocos católicos saben que, después de más de dos mil años de que Cristo pisara este mundo, algunas partes de sus sandalias se conservan dignamente veneradas en una basílica cristiana.
Basílica del Santísimo Salvador, Prüm, Alemania |
Estas relíquias se encuentran en la Basílica Pontificia del Santísimo Salvador, en la ciudad alemana de Prüm.
Prüm queda cerca de la frontera con Luxemburgo, por tanto, del mundo de lengua francesa. La Basílica perteneció a una gran abadía y hoy es la parroquia de la ciudad.
El historiador Michael Hesemann describe cómo llegaron allí: una donación del Papa Zacarías (*679 – 741 – +752), que favoreció mucho la evangelización de Alemania a través de san Bonifacio y promovió la primera reforma de la Iglesia franca, coronando rey a Pipino III, el Breve.
Este rey es muy conocido por ser el padre del primer emperador del Sacro Imperio, Carlomagno, e hijo de Carlos Martel, el héroe de la guerra contra los musulmanes invasores.
En el último año de su pontificado, el Papa Zacarías envió las reliquias de las Sandalias de Cristo como regalo de gran valor a Pipino.
El rey escogió para custodiar el tesoro al monasterio de Prüm, fundado por su abuela, Bertrada la Vieja (660 – 721), y lo confió a la Orden de San Benito.
Las Sandalias de Cristo llegaron a la basílica de Prüm en el año 725. El templo, gracias a ese regalo, fue llamado del Santísimo Salvador.
El Papa Zacarías, como sus predecesores, explica Heseman, veía en la nación franca “la hija primogénita de la Iglesia”, el brazo armado que podría liberarlos de los asaltos de los paganos, musulmanes y herejes de toda especie, y proteger la expansión del Evangelio.
La estirpe de los vencedores de Poitiers era la única esperanza material de la Iglesia, entonces muy atribulada.
Convencido de ello, el papa Zacarías fue hasta la abadía de Saint-Denis, cerca de París, para ungir al primer rey carolingio.
De Bibliothèque Sainte-Geneviève, Paris.
Cuando Astulfo turbulento, rey de los Longobardos, supo el hecho, luego acertó el paso y cedió a Pepino extensas regiones que el rey franco pronto pasó al Papa, dando notable expansión material a los Estados Pontificios, que subsisten hasta hoy con el nombre de Estado de la Ciudad del Vaticano.
Con la preciosa reliquia de las Sandalias de Cristo, la abadía de Prüm se convirtió en el monasterio más célebre del reino franco.
La escuela monástica de Prüm era sinónimo de ciencia y estaba consagrada a la formación de la élite de la nobleza.
En 1794, el monasterio fue cerrado por el invasor napoleónico. El interés por la Basílica y sus relíquias decayó mucho en el siglo XIX.
El torrente de eventos históricos descristianizadores y el entibiamento de la fe contribuyeron decisivamente a olvidar la historia de la reliquia.
De esta manera, llegando al presente, aparece la pregunta: ¿esta reliquia es auténtica?
¿Cómo llegó desde Jerusalén hasta el Papa de Roma?
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Publica: Coordinación de Prensa y Comunicaciones Canal Cristovisión
Fuente: Aleteia
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