La devoción al corazón herido de Jesús tiene sus orígenes en el siglo XI, cuando los cristianos piadosos meditaban sobre sus cinco llagas.
En aquel tiempo creció entre los fieles las oraciones al Sagrado Corazón, a la llaga del hombro de Jesús y a las devociones privadas. Todas ayudaron a los cristianos a enfocarse en su Pasión y Muerte, de tal manera que lograran crecer en el amor hacia Él.
Sin embargo, no fue hasta 1670 que el sacerdote francés P. Jean Eudes celebró la primera fiesta del Sagrado Corazón de Jesús.
Casi al mismo tiempo, una hermana piadosa con el nombre de Margarita María Alacoque empezó a informar que tenía visiones de Jesús. Éste se le aparecía con frecuencia y, en diciembre de 1673, le permitió –como había permitido una vez a Santa Gertrudis– descansar su cabeza sobre su corazón.
Mientras experimentaba el consuelo de su presencia, Jesús le habló de su gran amor y le explicó que la había elegido para dar a conocer su amor y su bondad a la humanidad.
Al año siguiente, en junio o julio de 1674, Margarita María informó que Jesús quería ser honrado bajo la figura de su corazón de carne. Pidió a los fieles que lo recibieran con frecuencia en la Eucaristía, especialmente el primer viernes de cada mes, y que practicaran una hora santa devocional.
En 1675, durante la octava al Corpus Christi, Margarita María tuvo una visión que se conoció como la “gran aparición”.
Jesús pidió que la fiesta del Sagrado Corazón sea celebrada cada año el viernes siguiente a Corpus Christi, en reparación por la ingratitud de los hombres hacia su sacrificio redentor en la cruz.
La devoción se hizo popular después de la muerte de Santa Margarita María en 1690. Sin embargo, debido a que la Iglesia siempre es cuidadosa en aprobar una aparición o devoción privada, la fiesta no se estableció como oficial en toda Francia hasta 1765.
El 8 de mayo de 1873 la devoción al Sagrado Corazón fue formalmente aprobada por el Papa Pío IX, y 26 años después, el 21 de julio de 1899, el papa León XIII recomendó urgentemente que todos los obispos del mundo observaran la fiesta en sus diócesis.
El Papa León aprobó las siguientes indulgencias por la devoción:
• Por realizar la devoción pública o privada, siete años y siete cuarentenas (la remisión de castigo temporal equivalente a lo que se concedería por cuarenta días de penitencia) cada día.
• Si la devoción se práctica diariamente en privado, o si una persona asiste por lo menos diez veces en una función pública, una indulgencia plenaria (remisión de todo castigo temporal por pecados) en cualquier día de junio o entre el 1 y el 8 de julio (Decreto urbis et Orbis, 30 de mayo de 1992).
• La indulgencia toties quoties (para las almas del Purgatorio) el 30 de junio o el último domingo de junio (28 de enero de 1908) en aquellas iglesias donde el mes de junio se celebra solemnemente. Pío X (8 de agosto de 1906) instó a un sermón diario, o al menos durante ocho días en forma de una misión (26 de enero de 1908).
• A los sacerdotes que predicen los sermones en las funciones solemnes de junio en honor del Sagrado Corazón, ya los rectores de las iglesias donde se celebran estas ceremonias, el privilegio del Altar Gregoriano el 30 de junio (Pío X, 8 de agosto de 1906).
• Una indulgencia plenaria para cada comunión en junio, y para aquellos que promueven la solemne celebración del mes de junio ("Acta Pontificia", IV, 388, 8 de agosto de 1906.
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Publica: Coordinación de Prensa y Comunicaciones Canal Cristovisión
Fuente: ACI Prensa